30/10/11
Grupo de 7 valientes sobre las monturas relucientes estudiaba los cielos en busca de alguna señal. “Si la Murta porta capell”…, pues eso… cara la Murta, a ver si hay suerte y llueve, y sí que ha llovido, sí.
Con gran soltura los jinetes comienzan una ruta “doméstica” por los montes de Alzira y Corbera. Subida al Racó de les Vinyes, con su temidas, pero adoradas pendientes resbaladizas por los últimos coletazos de la gota fría. Cada uno a su ritmo y al final premio conjunto tras alcanzar la cumbre y seguir con la bajada técnica hacia el pla de Corbera, con piedras y barro a tutiplén, para los más osados Tot un disfrutar! y la más sincera enhorabuena al grupo por su esfuerzo y entrega en alguna de las rampas más traicioneras de la contornà.
Ya en territorio comanche de Corbera nos cruzamos a un escuálido grupo de 40plataformas, que saludan enérgicamente dirección a Alzira como huyendo de las fauces de la lluvía que se intuía que iba a descargar.
Subida de la “Cova Negra”, y ben negra, está vez se ha hecho pesadita, con el “asfalto” muy resbaladizo y con respeto hacia los siguientes kilómetros que se avecinaban. La bajada por la senda ha sido Tot un caminar!, entre el barro, el cansancio y la panxa buïda, la bajada otrora divertida y de trazada impecable, se ha convertido en una pista de patinaje para los valientes jinetes, que rememoraban antiguas salidas en las que con mejor terreno se podía bajar completa.
Ya en Corbera, y a buscar el pesebre. Buen lugar para almorzar, con espacio habilitado para dejar las monturas…en la calle, y tras las correspondientes bromas y chascarrillos sobre el personal y el bocata de calamares a la rumana, las nubes nos indicaban hacia donde ir, cara casa, pugem a la ermita, baixem per la senda hasta la puja valtaro i ….
Pues eso, que tras alcanzar los alrededores de Alzira, las musas han conseguido atrapar con sus cantos a varios miembros del grupo que han optado por retirarse tras la pelea.
Otro grupito de “incautos” ha optado por probar una nueva senda allá a mitad del cortafuegos en el pas del llop…, pues sí, cara la Casella, bajada al barranco, subida al pas del llop, con la lluvia empezando a calar, pero amb la emoció del moment.
Experimentos … con coca-cola, que sendita más maja se ha probado, entre la vegetación, ramas, hierbajos, pinos y barro, hemos conseguido salir vivos para enlazar con el camino del carasol de la barraca, excelente el descubrimiento … para entrenamiento de los boinas verdes americanos, y algún biker loco.
Cuando la vuelta se presentaba tranquila para disfrutar en el paladar los últimos kilómetros…, la gota fría sobre el grupo, más agua que cuando enterraron al chanquete, ni con el chubasquero se evitaba el remojón. Cada vez que circulemos por la carretera entre la barraca y Alzira me acordaré de cómo el compañerismo y el esfuerzo triunfó ante la adversidad meteorológica y el cansancio. Que final de etapa, que chopà, que gripe se me espera…, llegada sin novedades a la capi y cada mocuelo a buscar su duchita caliente y a pensar en la próxima ruta…con un poco de suerte el martes.
Todo un honor rodar al lado de este grupo y poder plasmar lo acontecido hoy.
Saludos
Vicente Martínez
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Flanqueada La Gran Finca y aún con hambre de sacrificio procedieron a honrar el profanado templo del Mig Almut mientras los pinos quemados contemplaron el desfile de penitentes sorteando los guijarros y derrapando en las bajantes.
Los negros esqueletos quedaron de nuevo en silencio mientras los fieles se reagrupaban en la llegada al Plà camino a la posada del Buixcarró, conocido condumio herético que embruja con su vista pero porfía el retorno a las vesículas más veteranas.
Los que vimos la luz, optamos por unas más modestas viandas y tras la generosa parada y fonda seguimos con ansia expiatoria un nuevo peregrinaje por nuevas sendas aledañas al AVE nunca vistas por el tracker, que poco ducho en canales de hormigón con pendientes del veinte, supo adaptarse, no sin sudor y agonía.
Mas sabido es que el ansia nunca es buena y no pudiendo evitar el pisado de las zarzas invasoras y variadas esparragueras tubimos que parar a cambiar cámaras a sendas cubiertas horadadas por doquier.
Tras el almuerzo sólo cuatro de los once fueron a La Preciosa, el resto por cuestiones de tiempo, que no por falta de ganas, emprendimos el Riu Magre desde Catadau, cauce abajo, sin demoras ni evitar charcos. 
