Domingo al amanecer, seis integrantes de diferentes sectas se unen en la Taberna de costumbre para tomar un brebaje depurador antes de partir en dirección al paraje de Las Salinas.
Mal augurio al notar la presencia de una figura demoníaca encarnada en una máquina infernal…
Y pronto lo notamos al encaminarnos en dirección de la Calle Valiente y notar una presencia extraña en forma de temblores sobre nuestras piernas, y por más que avanzábamos por la dichosa calle más temblores nos entraban…
En cuanto pudimos tomamos una senda a izquierdas que nos aliviaría de dicha presencia y nos conduciría al Puerto del Sapo.
Consternados nos fuimos a buscar refrigerio a una Cantina de Manuel, la cual regentaban dos preciosas taberneras con sendos tatuajes que hicieron santiguarse a toda la congregación que estábamos presentes “¡¡¡señor, señor, yo pequé, al salir de aquí qué sendas bajaré!!!”.
Consternados aún por la visión del pecado, tres de los hermanos deciden regresar a la villa sin finalizar su tarea, por lo que recae sobre nosotros toda la responsabilidad de realizar el rito satisfactoriamente…
Después de una dura transhumancia, llegamos al lugar del ritual…
Tenebroso ejemplar de Algarrobo decorado con cráneos y huesos de difuntos, el cual nos indica el comienzo de nuestra labor, la cual anhelábamos con desespero, enfrentándonos a todos los peligros que conllevan con gran decisión. Debido al terreno humedo y a la cantidad de sendas sin señalizar, nos equivocamos de camino un par de veces y, gracias al hermano Rafael, podemos rectificar a tiempo realizando nuestra hazaña con maestría y tesón…
Ya de vuelta la maldición se ciñe en la rueda trasera del hermano Tomás, el cual consigue la salvación gracias a un gentil compañero que pasaba por allí…
Sanos y salvos, misión cumplida.
Saludos
Tomàs
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