Domingo previo de reflexión biker, con numerosas bajas y alguna alta en el censo. A falta de pan, buenas son tostadas, tostadas las caritas de los bttrack ante las propuestas del programa de los Soulbike (o 40plataformas).
Cuatro por aquí, incluido Jorge Ríos, que se quiso unir a la causa, y cinco por allá. Con los Cañes Boys quien dijo que un buen pacto no lleva a buen lugar?
Con ausencias destacadas en el grupo, el guía y los escribas confiaron la cesión de poderes a otros miembros, que juraron reponder con valentía a la misión encomendada
“pasar-ho bé i deixar constància”.
Así que tras las pertinentes conversaciones sobre el destino del día, se determina el punto de almuerzo (lo més important) y cómo llegar y volver se decidirá sobre la marcha.
Primeras pedaladas entre campos de naranjos y tras varios kilómetros de duro y húmedo asfalto, las primeras rampas en la subida a Santa Ana nos acabaron de despertar, y llegaron los primeros calores de la mañana, eso sí, la recompensa en la coronación del repetidor fue espectacular, sensación “jet”, con la niebla bajo los pies.
A partir de aquí se empezó a fraguar una de las bajadas más temida, como debe ser, trialera de gran pendiente, no muy técnica, pero complicada por su desconocimiento, salvo para los chicos del “alma de bici”, que demostraron arrojo, valentía, control y mucha calma a la hora de trazar cada palmo, y sortear cada encerrona de la temida bajada. A mitad del recorrido, la pista se abre y se transforma en un patatal de piedra suelta que a más de uno los conguitos le tocaron la garganta. Que bajada, y que subida de adrenalina!
Al final, espera a los más cautos, y todos a saborear el almuerzo. Llegada a la Llosa y a buscar el bar de los almuerzos a 3,50 €. Bien comidos y servidos se monta el regreso para adentrarnos en les Salines. Brutal, salvaje, extremo, unas sendas, unas rampas, están como una cafetera, a cada metro una sorpresa, nuestra técnica se puso a prueba a lo largo de un variopinto recorrido que nos condujo hasta el otro lado, y alcanzar el final del cortafuegos y salir campo a través hasta de nuevo al río para cruzar Manuel, con los pies en los pedales, pero con nuestras almas aún en las formidables pendientes.