Odisea a La Pedrusca: La Senda de la Sangre.

Crónica épica del 18/IX/2011

Canta, oh mi musa, la dicha de Jeorgeos al sentir tras de sí, el cálido aliento de los Argonautas de Ítaca. Cómo Scotius, rey de los Garmin, los encontró confundidos por los cantos de las ninfas, y recondujo su rumbo hacia el laberinto del Fandos.Cuéntame, bella musa, cómo aquellos guerreros llegaron hambrientos a la posada del Llano atravesando los mares de urticantes espinos.Contad musas, como Mirotis rey de los Tafios, herido desde la guerra de Troya, pudo llegar hasta la piedra cuadrangular con el resto de los Argonautas, mientras los que comieron el loto, perdieron sus fuerzas. Contadnos como fue que atravesaron el bosque de los troncos dobles, cual brujas invertidas, sin cejar en su empeño, ni se abandonaron al canto de las sirenas.Y cómo el ánimo del hábil jinete Tomásfeus se contagió a la tropa en la senda marcada por la sangre de las bestias sacrificadas por el fiero cíclopeY aunque la misma ninfa que nos trajo del más allá a Alfredolos, dios de los aligátores, nos prometió la inmortalidad si allí quedábamos, aún así, los que sobrevivimos en Troya, volvimos a Ítaca para poderlo contar.

Que los venerables dioses del Olimpo os sean propicios.

Nos vemos en el ágora a las 8h.

Juanjo Saura

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