Alzira, 10/01/10
No amanecia aun cuando el cabo primero Saura sacó su arma Specialized, viendo el ruido infame de su trasmisión se dispuso a engrasarla con premura. El termómetro del barracón no marcaba más de cero y sacó del fondo de la taquilla las prendas protectoras de interior y de exterior, eso sí, sin ocultar el uniforme del que tan orgulloso estaba. Y así con un breve desayuno, armado y equipado salió raudo al encuentro de la tropa, pensando que llegaba tarde.
Ya se extrañó al no ver ningún alma en la plaza del cuartel pero se sintió algo aliviado al ver llegar al jóven Sargento Hurtado con su doble arma Scott, por la que lo reconoció, ya que el sargento iba equipado con un pasamontañas no oficial.
Tras 15 minutos más de espera decidieron salir sin más compañía que la mutua y, dado el clima, alcanzar la primera cima nevada en el menor tiempo posible; Así pusieron rumbo a la Casella sin más inconveniente que una necesaria parada para recuperar un calambre en los músculos del Sargento y una leve hipotermia en las falanges tras pedalear unos kilómetros nevados.
Mientras los ciervos de la reserva rompían la capa de hielo para beber emprendieron la subida al Observatorio del Ouet (o al menos hasta donde la maleza y la orografía les permitieron) sin poner a penas pie en tierra, o hielo, para después disfrutar de las vistas extraordinariamente decoradas por un manto blanco.
Así, con aliento recuperado se lanzaron en ininterrumpido y adrenérgico descenso.
Con gran técnica y no menos osadía burlaron la ley Murphy, pues ni el hielo en la sombra, ni los cantos afilados les dieron ningún susto.
Y como alma que lleva el diablo y algunos derrapes, que los montañeros del lugar no supieron apreciar, se plantaron en el cuartel a las 10,30 A.M. del día del Señor.
PD: POCOS SON LOS LLAMADOS, MENOS LOS ELEGIDOS.
Cabo Primero Saura
Entretanto otra camarilla del escuadrón se dedicaba a la formación y adoctrinamiento de futuros combatientes........
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