
Nos acercabamos a la celebración de la Ascensión del Señor y la mayoria de los hermanos de la Abadia de Berfulli se encontraban colaborando en las múltiples labores eucarísticas para dar su Primera Comunión a los novicios del convento. El hermano Tomás de la orden del Temple se recuperaba en su celda de las magulladuras de la última Cruzada en Tierra Santa y el Prior Fray Juan Manuel con el padre Noel repasaban en el escriptorium los hayazgos de la jornada anterior en la que llevaron La divina Palabra a las lejanas ermitas de Vallada.






Refrescados y algo famélicos fuimos en busca de condumio a la Villa del Plá donde la posadera , que tenia de todo, nos dio lo mejor del lugar: “El Buixcarró”. Un pecado de gula que tuvimos que purgar subiendo el puerto de Simat. Como “no hay mejor ciencia que paciencia y penitencia” la bajada fue prudente con el amparo de San Cristobal, no hubieron sustos y pronto nos encontramos llegando al Valle de Aguas Vivas, que tal honor hizo a su nombre, que terminamos calados hasta los calzones en el barranco que une La Valldigna con La Barraca inundado de cabo a rabo del cristalino elemento.
Parada obligatoria en la Carrera BTT de La Barraca, donde hermanos de diferentes prioratos y otras abadías gozaban de la conversación y el ambiente deportivo propio del evento.



Con la túnica embarrada una vez más y al son de “pedalada presta therapeutae est” emprendimos retorno a nuestra abadía, unos a lustrar la montura y otros a los santos oficios.


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