 Abadía de Berfulli; Día del Señor, 16 de Mayo de 2010
 Abadía de Berfulli; Día del Señor, 16 de Mayo de 2010Nos acercabamos a la celebración de la Ascensión del Señor y la mayoria de los hermanos de la Abadia de Berfulli se encontraban colaborando en las múltiples labores eucarísticas para dar su Primera Comunión a los novicios del convento. El hermano Tomás de la orden del Temple se recuperaba en su celda de las magulladuras de la última Cruzada en Tierra Santa y el Prior Fray Juan Manuel con el padre Noel repasaban en el escriptorium los hayazgos de la jornada anterior en la que llevaron La divina Palabra a las lejanas ermitas de Vallada.
 
  Al alba, después de los maitines, me encontré en el corredor derecho del claustro de la palmera, bajo una arcada, al hermano Pascual y al hermano Ricardo terminando de ceñirse la cuerda del hábito, comentaban, con gran humildad, los santos logros conseguidos la semana anterior junto a los miembros del priorato de La Torre en las tierras de Bellús donde predicaron con la doctrina y el ejemplo. Se nos unió en breve el incansable hermano Fray Alfredo (viejo templario de la orden de los Carriones) y como cuatro ya éramos y no hay pecado sin penitencia, entrada la hora nona decidimos comenzar nuestra mortificación pentecostal por encima de la villa de Carcaixent subiendo San Blas.
 Al alba, después de los maitines, me encontré en el corredor derecho del claustro de la palmera, bajo una arcada, al hermano Pascual y al hermano Ricardo terminando de ceñirse la cuerda del hábito, comentaban, con gran humildad, los santos logros conseguidos la semana anterior junto a los miembros del priorato de La Torre en las tierras de Bellús donde predicaron con la doctrina y el ejemplo. Se nos unió en breve el incansable hermano Fray Alfredo (viejo templario de la orden de los Carriones) y como cuatro ya éramos y no hay pecado sin penitencia, entrada la hora nona decidimos comenzar nuestra mortificación pentecostal por encima de la villa de Carcaixent subiendo San Blas. Pasado el Realengo, la bajada rápida y zigzagueante hizo gozar a estos monjes del arte del equilibrio y el derrape fácil. La adrenalina templó músculos y tendones y nos llevó sin pausa ni incidente al camino del “aserrín-aserrán” que a igual ritmo los cuatro juntos en perfecta formación como caravana de “a cuatro” entramos en la senda divertida y frenética (Dios nos perdone) del Plá de Corrals donde el agua clara nos bendijo sin estarlo, no pudiendo evitar meter planta y empeine en el conocido Barranco del lugar.
 Pasado el Realengo, la bajada rápida y zigzagueante hizo gozar a estos monjes del arte del equilibrio y el derrape fácil. La adrenalina templó músculos y tendones y nos llevó sin pausa ni incidente al camino del “aserrín-aserrán” que a igual ritmo los cuatro juntos en perfecta formación como caravana de “a cuatro” entramos en la senda divertida y frenética (Dios nos perdone) del Plá de Corrals donde el agua clara nos bendijo sin estarlo, no pudiendo evitar meter planta y empeine en el conocido Barranco del lugar.

 
 Refrescados y algo famélicos fuimos en busca de condumio a la Villa del Plá donde la posadera , que tenia de todo, nos dio lo mejor del lugar: “El Buixcarró”. Un pecado de gula que tuvimos que purgar subiendo el puerto de Simat. Como “no hay mejor ciencia que paciencia y penitencia” la bajada fue prudente con el amparo de San Cristobal, no hubieron sustos y pronto nos encontramos llegando al Valle de Aguas Vivas, que tal honor hizo a su nombre, que terminamos calados hasta los calzones en el barranco que une La Valldigna con La Barraca inundado de cabo a rabo del cristalino elemento.
Parada obligatoria en la Carrera BTT de La Barraca, donde hermanos de diferentes prioratos y otras abadías gozaban de la conversación y el ambiente deportivo propio del evento. 



Con la túnica embarrada una vez más y al son de “pedalada presta therapeutae est” emprendimos retorno a nuestra abadía, unos a lustrar la montura y otros a los santos oficios.


 
 
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