Y he aquí… que sus caminos se encontraron, que el destino caprichoso les reunió en un pueblo silencioso y adormecido por la madrugada de una joven primavera con una hora de menos descanso y una más de sueño.
Cerca de su reencuentro doce hábiles guerreros que hiciéranse en su día llamar Almorçarets planeaban su última batalla junto a jóvenes foráneos representantes del ejercicio Simatero de la bici. Invitados los tres trackers, como es costumbre, se unieron al grupo.La gran comitiva partió hacia las resbalosas tierras de Santa Anna desviando la trazada hacia Camí Cambrils, camino que nunca defrauda ni aburre a los intrepidos bikers, que gozan de los giros y revueltas en Les Salines y hasta de la agoniosa subida de la acribillada Furgona.
Encontráronse allí con los tunantes del Soul que añadieron cuatro galopines al escuadrón que devoró con avidez los toboganes y andurriales que hicieron descabalgar a algún belitre al sentir el aliento de La Dama Oscura en su pescuezo. Pues la risa sana goza más de la caída ajena (siempre que no haya gravedad ni magullamiento). Saldose la gesta con un revolcón de M.A.en el fangoso arroyuelo de la vaguada que pese a lo siniestro no causó herida grave.
Y pronto vimos el túnel… y la luz, al otro lado, procurando no mojar las botas, pues aún no es Mayo. Silencio en La Senda Rosa, el rumbo estaba echado, poeta y guerrero se miraron…una vez, y esbozaron la sonrisa…¡Que sea lo que Dios quiera! Una bajada de vértigo, y ante tal mesnada de fieros bikers enmudeció hasta el viento, sólo el rugir de la grava, y los ojos fijos en la trazada. Ya en la llanura prosiguieron hasta la posada o Bar Yolanda donde las viandas se doraban en parrillas y planchas sobre la leña de naranjo. Y bajo el sol de Marzo dimos buena cuenta de las carnes… y qué carnes. Todos reparamos en ella. Buf…La primavera.
Hasta hoy esto es todo, más o menos. Nos vemos en la próxima aventura,
Juanjo Saura
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