Crónica Estubeny 28/06/09

MIENTRAS EL RIO CORRA Y LOS MONTES HAGAN SOMBRA SEGUIREMOS AVANZANDO



Follar viene del término latino “follicare” (respirar). En su primitiva acepción significaba “tomarse un respiro”, “jugar”, “librarse de preocupaciones y dedicar tiempo a gozar con los 5 sentidos”.

Así, y sólo en este sentido la banda se dedico a “follicare” durante las 5 horas que duró esta tropical sesión.

Ni los rigores del estío, ni la pereza de los calores, ni la placidez del sueño consiguieron vencer el innato dinamismo físico de estos seis protagonistas adictos al sudor y al sacrificio extremo.
El envite principió en sincronizado avance dirección sudoeste, pero como suele ocurrir en grandes urbes y metrópolis (Benimuslem no iba a ser menos) la ambigüedad del castellano patrio y la inercia del movimiento se aliaron para provocar una momentánea e intrascendente ruptura del conjunto que rápida y felizmente fue subsanada.
superada ya la villa de Cárcer, se salivava ansiosamente ante el feliz avistamiento de las primeras lomas, en donde la contaminación acústica cede siempre protagonismo al ensimismamiento paisajístico y a la mágica fascinación de sus pistas y senderos.









El desafuero febril del descenso les trasladó a un tramo en el que la sobrenatural proliferación de esta temporada motivó un inusitado y constante tráfago de conejos, que empedró literalmente el camino de vida y movimiento durante un buen trecho.

Con tanto ahinco avanzaban que a poco más de las 10 de la mañana ya habían ganado la villa de Estubeny, en donde la existencia de un único mesón ahorró tiempo al grupo en su ya clásica búsqueda del lugar más óptimo.


Tras superar la villa de Sellent, un motorizado lugareño, sin duda desconocedor de las felinas facultades de tan polivalentes monturas y jinetes, les advirtió vehementemente de la peligrosa e inminente presencia de un gran cráter que, a la postre, resultó sorteado a 35 km/h.

Y como a este grupo le gusta más el agua que una tiza a un tonto, y para feriar la victoria y refrescar los cuerpos recien horneados a fuego lento: una lúdica inmersión en un paradisíaco recodo de un Xúquer grata y sorprendentemente limpio e increíblemente henchido de peces, que obraría el milagro en sus cuerpos.

En fin, una de esas laboriosas e intrincadas campañas, con constantes entrecruzamientos de caminos que, cuando acabas, te quedas mirando al vacío resoplando y empapado pero satisfecho y saciado.


BY SCOTI.
JUNIO 2009