Crónica Llosa de Ranes 21/06/09
El gobierno tiene que ayudar a eliminar los coches para que las bicicletas puedan eliminar el gobierno.
Eslógan holandés
A las 7: 45 a.m. nacía oficialmente el estío y tambien lo hacía una nueva contienda ya plenamente veraniega con destino a la villa de la llosa, en la que se contó esta vez con la implicación de siete afanosos adeptos mas viejos que la chaqueta de un guardia y la ausencia de algunos planchadores de oreja.
Hasta la presentación en carcer la métrica constante del pelotón, a 24,52 km/h, no decayó en ningún momento. Mejor dicho sólo en una ocasión cuando en un solitario margen del xuquer, la inopinada visión de una fémina hábilmente embutida en ceñidos y transparentes ropajes, dando el cante al entreverse su salvaje y felino culero, casi provoca un ingénuo percance al marcarse un servidor un indebido recto.
Ya en el pórtico del ascenso a la sierra un contratiempo mecánico permitió reponer una dosis extra de oxigeno a los pulmones para acometer una dura pero asequible rampa y atinar con la senda que crestea la cumbre, algo reducida pero de impecable estampa y mejor botánica, perfectamente ciclable en un 99 % para el común de los mortales, y en un 100 % para el impávido tomás, que incluso nos deleito con un bis sin apearse del burro en un tramo-precipicio que algunos haremos sin descabalgar cuando a las ranas les salga pelo.
Ya en el frenético descenso a la llosa, un colosal y enfurecido cánido con hechuras de penco salvaje casi siembra el caos en el grupo. Suerte que descendíamos como alma que lleva el diablo que si nos sorprende subiendo en ese mismo tramo se nos almuerza hasta las calas.
En la llosa, tras la detallada inspección de varias cantinas, y con más hambre que carpanta, por fin hallamos una con terraza, hilo musical y vistas al mar (o a la piscina), en donde por 4 módicas monedas comimos como una lima, y saciamos la vista de turgentes pecheras.
De regreso, un pequeño repecho bordeando santana nos condujo hasta la velada y estrecha senda que lleva a la cantera, que fue como siempre lo más destacado.
Desde allí la inercia del descenso nos asistió para en un pispás llegar temprano a casa, no encontrando paraje acuático alguno donde poder retozar libremente a calzón quitado.
En fin, una ruta que hacemos de cuando en vez, entretenida, económica, sin echar las tripas por la boca y sin tener que ir a donde cristo dio las tres voces.
By Scoti
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